WALDEMAR, UN CONDUCTOR DE LOCOMOTORAS A VAPOR

SU ANÉCDOTA


- Waldemar, ¿Por qué paraste? ¿Nos van a sancionar! - Le dijo el acompañante.

El respondió que tenía que hacerlo, era un ratito nomás, luego recuperaría el tiempo.

- ¡Pobres maestras! ¿No ves que no llegan? Estamos en el medio del campo.

A Waldemar no le importaba. Ayudaba de vez en cuando a maestros y trabajadores que él sabía que no tenían otro medio para llegar a su trabajo si no subían al tren.

Siguió su camino y llegó a tiempo, cómo siempre lo hacía. 

Conocí a Waldemar una tarde nublada y muy fría, habíamos quedado en encontrarnos en la sede de la Asociación y no dude que a pesar de que otros de sus compañeros habían desistido de ir, él iría. Celebro haber conocido a quien fue abriéndome el paso y guiándome en esta empresa de conocimiento. 

Su espíritu, amabilidad y voluntad casi tan grandes como su cariño a las locomotoras de vapor lo distinguen.

Su ingresó al ferrocarril fue desde su ciudad natal, Chivilcoy en 1953, " un 9 de febrero" cómo el quiso resaltar

De familia ferroviaria desde chico; como si el destino hubiese estado escrito para él; supo que quería ser maquinista. 

En las juntadas de niños y entre travesuras le decían: "- Ahí viene el maquinista", así que cuando le llegó la mayoría de edad y con ello, el ingreso a los ferrocarriles. Así, dejó su Chivilcoy natal y llegó a Luján, para no irse nunca más. 

Vivió en el Hotel de Sosa, tomaba el servicio en el galpón de máquinas. Inició como aprendiz, luego rindió examen de conductor de locomotoras a vapor y más adelante; cuando aparecieron las más nuevas; calificó para las Diesel y las Fiat.

Formó una familia, y trabajó en el ferrocarril hasta su jubilación en el ochenta y cinco.

Las locomotoras a vapor le enseñaron a conducir su vida con fuerza hacia adelante y a querer lo suyo. Por eso es que Waldemar mira los trenes y se le ilumina el rostro.

***

Días previos al ingreso, lo llamaron para hablar con el encargado de la estación de Chivilcoy. Al entrar en el galpón de máquinas, lo esperaba Gairo (El encargado) El le dijo que había sido asignado para trabajar en Luján, porque ahí podía ascender más rápido. Estaba contento, aunque él quería ir a Mecha, donde estaban sus hermanos.

Luego estudió 6 meses para dar examen de efectivo y más tarde de autorizado para conducir locomotoras a vapor. En ese tiempo estaban las 300, las 700, las 1500 y las alemanas. los vagones eran de madera, había muchos horarios, la gente utilizaba los trenes porque eran económicos, rápidos y no había tantos autos.

Era muy respetado, recordó también el día que los jefes le hicieron una nota por haber devuelto un maletín con dinero.

En esa oportunidad, Waldemar al llegar a la terminal a dejar su servicio entregó el maletín al Jefe. El señor que lo había extraviado regresó notoriamente ofuscado para preguntar por el, agradeció mucho su devolución y quedó sorprendido porque en su interior se hallaba intacto el dinero que tenía.

***

Aún hoy, a los 86 años sigue activo como miembro fundador del museo creado en la Asociación de Jubilados Ferroviarios y participa en reuniones con distintas asociaciones, contando sus  viajes y anécdotas, para que sirvan para recuperar la historia. 

Fuente: Entrevista personal realizada a Waldemar Marcigliano en mayo del 2021 en la Sede de la Asociación de Jubilados

Citar como fuente: Realizado por Hernández, María Alejandra (2021) 
Estación Luján, patrimonio e historia -
Universidad Nacional de Luján, Buenos Aires, Argentina 
Creado con Webnode
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar